viernes, 25 de marzo de 2011

La Contienda

Cae el atardecer, las pocas nubes que se logran observar en el cielo toman un color naranja. Las llanuras delimitadas por profundos bosques toman un mismo tono de color que el de las nubes. Lo único que se escucha es el viento soplando y uno que otro pájaro cantando. Luego un grupo largo de aves montan el vuelo, todas salen de uno de los bosques, parecieran estar huyendo de algo.

En otro bosque, que se encuentra en dirección hacia donde las aves vuelan asustadas, se observan destellos metálicos. Los destellos al parecer reaccionan a las aves y entonces estos destellos metálicos empiezan a tomar formas de siluetas humanas entre la penumbra compuesta por el atardecer y las sombras del frondoso bosque.

En el otro bosque, un gran ejercito emerge del mismo. Todos portan algún tipo de arma: Hachas, espadas, dagas, arcos, lanzas y hasta hay grupos que cargan cañones de pólvora. Los que llevan espadas llevan armaduras ostentosas, brillantes y elegantes. Los que llevan hachas, arcos y lanzas visten con armaduras hechas de cuero de alguna criatura que en vida fue resistentemente aguerrida. Los que usan dagas al igual que los cañoneros andan ligeros de armadura para no perder la movilidad que tanto necesitan.

Las siluetas con brillos metálicos toman forma. Todos son hombres que a pesar de sus brillos metálicos son ligeros de armadura. La mayoría solo tienen cubierto hombros, piernas y manos con armadura metálica. Varios usan alguna especia de cascos hechos de huesos de criaturas. La mayoría están armados con enormes hachas y con espadas de dos manos. Pocos usan espadas de diseño extraño con escudos de tamaño medio. Lo más extraño de este grupo son unos ancianos que van mezclados entre un grupo de arqueros. Los ancianos no utilizan ningún de armadura solo su rustica vestimenta y algunos llevan pequeños cráneos en los bastones que pareciera que necesitan para caminar.

Los arqueros de ambos ejercitos preparan sus ataques. Los soldados toman una postura. Los guerreros toman otra. Los cañoneros cargan sus armas de destrucción. Los ancianos algunos parecieran citar cánticos y otros entrar en trance.

Entre los últimos rayos de sol del día, justo al final de la tarde, cuando ya se pueden observar las estrellas pero también los rayos del sol. Cuando las criaturas diurnas inician su descanso y las nocturnas su cacería, una serie de gritos entre emoción y furia se escuchan por toda esa planicie.

Sin que los gritos se enmudezcan una lluvia de flechas es enviada de una mitad del campo hacia el otro. El ejercito lleno de armaduras brillantes se cubre utilizando escudos improvisados. Algunos arqueros caen ante el primer ataque. La armada de guerreros no mueven ni un centimetro, no callan en lo mas minimo sus gritos, justo cuando las lluvia esta por alcanzarlos las flechas caen al suelo como un ave recien cazada.

Despues de esto el ultimo rayo del sol acaricia las armaduras de todos los presentes dando un gran resplandor naranja, justo despues de esto ambos ejercitos siguiendo con su grito enfurecido cargan el uno contra el otro.

El primer choque de una espada contra una hacha resuena por todo el campo. Seguido a esto el mismo empieza a replicarse una y otra vez de manera cada vez más frecuente hasta que se vuelve toda una melodia.

Los guerreros de dagas por más agiles que fueron, no lograron ni diezmar la cantidad de guerreros. En ambos bandos los arqueros mantuvieron su propia batalla, aunque los arqueros que se mantenian cerca de los ancianos, convertian sus arcos en 2 espadas cortas, fueron los unicos arqueros que realmente quedaban en toda la batalla.

Mientras guerreros y soldados luchaban por sus vidas, los ancianos parecian ser protegidos por una fuerza invisible. Los cañones unos estallaron otros daba la impresion que sus propias balas disparadas se regresaban a atacarles.

La batalla estaba durando horas, una hermosa luna llena les proveia la luz necesaria para seguir luchando. Los unicos espectadores en tal batalla parecian ser los arboles y un lobo ocasional que el olor de la sangre habia invocado.

Poco a poco los ejercitos pasaban de espectaculares danzas letales a pequeños grupos de cadaveres. Entre los soldados habia uno estaba usando su propia espada y una de las hachas de sus adversarios, ningun guerrero parecia poder derrotarlo.

Los arqueros que restaban, ahora combatientes cuerpo a cuerpo, defendian a los ancianos sin mayor exito alguno. Los ancianos "indefensos" iniciaron a lanzar bolas de fuego hacia sus enemigos, algunos otros lanzaban rayos. A pesar de tal demostración de poder arcano, uno a uno empezaron a caer muertos.

Pasada la media noche, en el campo lleno de pequeñas hogueras y cadaveres solo quedaban 2 cuerpos aun moviendose. Un anciano de sencillas ropas, el unico de todos ellos que aun despues de perder su bastón seguia en pie, y aquel soldado que portaba en sus manos una espada y una pesada hacha.

El anciano toma 2 hachas de sus compañeros caidos sin ningun esfuerzo alguno. El soldado con una sonrisa en el rostro se lanza en carga hacia la interesante figura. El anciano a pesar de su avanzada edad y su delgado cuerpo era capaz de mantener el mismo paso del corpulento y joven soldado.

Luego de rato, una de las hachas del anciano y el hacha del guerrero quedan atoradas la una a la otra y deben ser desechadas. El combate acelera su ritmo, ninguno de los 2 combatientes parece ceder ni un centimetro en la batalla. La armadura del soldado empieza a carecer de trozos al ser dañado por los ataques del adversario, y las holgadas vestimentas del anciano estan seriamente desgarradas.

En un rapido pero certero ataque, el anciano es despojado de su arma y lanzado hacia atras de una patada al pecho. El soldado le da un saludo, como en gesto de agradecimiento por concederle tan honorable danza y tambien en son de despedida, luego prepara su espada para dar el ultimo corte.

Justo en el momento de que el soldado inicia su carga, los ojos del anciano empieza a brillar, sus cabellos de color plateado empiezan a irradiar luz y el cielo nocturno empieza a cubrirse de nubes. El soldado extraño no titubea y no para en la carga, alcanzando al iluminado ser.

En el instante que el soldado agita la espada en dirección de su oponente una gran fuerza invisible lo lanza al aire. Luego de que toda la luz desaparece y el soldado se pone de pie, este observa la figura de una criatura gigantezca frente a él.

El gigante, que se encuentra en lugar del desarmado anciano, tiene unos ojos de color ambar en su cornada y alargada cabeza. Posee garras y afilados dientes. Tiene alas acordes al tamaño de su cuerpo que esta cubierto de una piel escamada de un rojo carmesí. "¿Por qué tan sorprendido?" exclamó la criatura, "¿Acaso no esperabas que fuera realmente un dragón?".

Luego de esto solo se mira que la magnifica figura toma al soldado entre sus garras y prende el vuelo. Una vez en el aire de manera agil y elegante el dragón se dirige hacia el cielo entre la nubes. Luego de un resplandor naranja las nubes se disipan y el tanto el dragón como el soldado han desaparecido. Lo unico que ha quedado es un campo lleno de los cuerpos de soldados y guerreros caidos y el manto de la silenciosa noche que los cubre.

jueves, 17 de marzo de 2011

¿Paciencia?

Oh paciencia mia qué te haz hecho?
no eres ni la sombra de lo que solias ser
¿Qué paso con esa tenacidad para esperar dias?
¿Qué paso con esa capacidad para esperar semanas?

Ahora tu tenacidad hecha trizas se convierte en tristeza
Ahora tu capacidad hecha polvo se convierte en desesperación

De las ruinas te intentas levantar
pero solo el polvo acienda para luego dispersarse

Duele esa tristeza que rapido se desploma
Frustra esa desesperación que tan facil se esparce

No se si cada vez que te intento despertar
Me debilito y me vuelvo más debil
o si Me vuelvo más fuerte y me acerco a tu despertar